El gran reloj de torre de Pedro Ruiz, en: Francisco Fuentes, Catálogo de la Exposición Nacional de 1872, Lima: Imprenta del Estado, 1872, pp. 110-112

El gran reloj de torre, construido por el talentoso –y olvidado– ingeniero peruano Pedro Ruiz, fue uno de los más impactantes artefactos que poblaron la Exposición Nacional de Lima en 1872. Aunque se había inaugurado unos dos años antes, en 1872 cosechó grandes éxitos y fue merecedor de un reconocimiento especial por parte de la Comisión Central, encargada de premiar los mejores productos en cuanto rubro pudiese haber. Esta primorosa joyita permaneció en el Parque de la Exposición para el solaz de los curiosos y los desocupados hasta que la invasión chilena arrasó con todo y se lo llevó como botín de guerra sin dejar rastro alguno. Hoy, el reloj permanece en el recuerdo como un símbolo de aquella coqueta Lima en plena expansión económica e intelectual. A continuación, transcribimos (se ha modernizado la ortografía) un fragmento del catálogo oficial de la Exposición donde se le dedican unas líneas llenas de admiración y se describen con gran cuidado todos los detalles de esta obra de arte y de ciencia.


Se halla situado en el parque el reloj construido por el sargento mayor D. Pedro Ruiz, notable por su elegancia y mecanismo. El edificio destinado a la colocación de este reloj tiene dos cuerpos y ha sido construido de manera sólida y en condiciones de permanencia. Su estilo es puramente industrial, adaptándose su forma a las exigencias del objeto a que se le destinaba; pero de aspecto bellísimo y de rica ornamentación: sobre fondo blanco, filetes y relieves de oro y verde claro. El reloj, además de la esfera principal –horaria–, tiene otras que marcan los días de la semana, fechas, meses, dos inscripciones, las estaciones, los años y los siglos. Un semicírculo de cristales, colocado sobre la esfera principal, manifiesta el curso y la luna, representando las diversas fases de este planeta. El aparato de la luna es una invención del autor, notable por la perfección con que sigue la marcha de la luna en el firmamento; para verificar la reposición del movimiento a los diez y ocho años, suspende su marcha todos los días por el período de 45 minutos; pasado este tiempo continúa su marcha representando las fases correspondientes, según el tiempo en que se encuentra; de modo que si el 4 de agosto a las cuatro y cuarenta y seis minutos de la mañana hubo luna nueva, a los diez y ocho años, en el mismo mes, a la misma hora y minutos se verá la luna en el mismo estado; la luna está acompañada de muchas estrellas, que son muy precisas en sus movimientos, para conseguir que la luna dé una rotación pareja sin perder en ninguno de sus lados la fuerza motora; sin esta la combinación no sería regular en su movimiento. En los meses que tiene menor número de días, se marca el verdadero tiempo del mes, a las doce de la noche, por medio de un rápido movimiento automático de los punteros. La máquina se compone de siete cuerpos; entre ellos hay uno destinado a colocar los punteros en su correspondiente sitio; anda cinco veces al año corrigiendo la falta de los días en los meses que traen veintiocho o treinta, por medio de una rueda que da una revolución cada año y otra cuya revolución dura cuatro años; en la primera se halla una pieza que cada año se prepara, verificando su movimiento a los cuatros años para escapar después del 29 de febrero y colocar los punteros en el orden debido para que vuelvan a producir el mismo efecto. […] Hay dos campanas para las horas y los cuartos. Seis de los cuerpos de la maquinaría corresponden a las seis esferas que forman el calendario. El séptimo cuerpo corresponde a la música. El señor Ruiz ha inventado un aparato mecánico especial con teclado que, colocándose en el séptimo cuerpo (suprimiendo el peine para ponerlo en comunicación con un aparato secreto del órgano), y tocando el teclado, después de poner un papel en la parte inferior, escribe la música que se toque, marcando punto y rayas prolongadas. Los puntos significan corcheas, fusas y semi fusas, y las rayas breves y semi breves, de manera que cualquiera puede, con este aparato, clavetear un cilindro. […] La altura total del edificio mide 50 pies ingleses y siete pulgadas y el ancho 59 dos.